Me doy cuenta que la Madre es el núcleo central para entendernos, para relacionarnos amorosamente con nosotros y los demás y para conectarnos con nuestro eje vertical tierra-cielo. Es la gran Alquimista de la Tierra. La gran Maestra Mística. Nos enseña a recibir y a dar para vivir y morir con conciencia, sin temores. Y es un ser angelical y sexual a la vez. No sólo la que nos enseñaron en la religión judeo-cristiana, su castración a un ser etéreo. No, ella es también mujer-leona que protege la vida con todo su ser. Y vive el sexo y disfruta el placer que nace de él. Lo describe muy bien Casilda Rodrigáñez a la que considero mi guía al abrirme los ojos ante la feminidad verdadera y auténtica. No la mujer acorazada y masculinizada en la que nos quieren convertir. Para empezar, habla del parto con placer, del parto en pleno éxtasis, la maternidad como un poder innato de la mujer para transformar energía e iluminarse.
La Madre protectora de la Vida más allá de la Tierra. Intuyo que la Madre será o es nuestro espejo de la verdad y un elemento clave de nuestra unión con nosotras mismas y, por consecuente, con la vida en general.
Me conmueve que todas estas reflexiones salgan justo ahora, con la música de Stabat Mater de Vivaldi y dos semanas antes del día en que mi madre va a cumplir ochenta años. Es para mí una reconciliación total. Una aceptación total que incluye también el dolor. Una rendición mía ante la Providencia, la Evidencia Última. Haber podido llegar hasta aquí me reconforta. Es la primera vez que siento esta tremenda paz con Ella. Y es la primera vez que quizá esté preparada para convertirme también yo en Madre. Madre tuya. Madre mía. Y de quién esté con el corazón abierto. Bebés, niños, jóvenes y ancianos, moribundos, enfermos y sanos, mujeres y hombres, animales y plantas, Todo. Es la primera vez que estoy sintiendo una inmensa paz con la Madre.
A veces tardamos mucho en llegar a la comprensión y el discernimiento, pero en algún momento de nuestra vida sí que llegamos a esta Luz Verdadera que emana de la oscuridad y del dolor. La catarsis mía ahora, hoy, en este momento lleva esencia de mirra y jazmín. Un día de truenos, relámpagos, lluvia intensa con granizo esta mañana en Barcelona que se ha convertido en una celebración de la Vida, Me rindo ante las evidencias del amor. Con veneración y humildad. Doy las gracias por todo lo que Ella me ha ofrecido en estas últimas horas. No sabía nada de nada de todo eso.